"Grande Victor" - Zyp

Un mural en homenaje a Víctor Jara, con una técnica que por su velocidad nos permite mirar la gestualidad y la técnica empleada, algo que es valorable, pues nos ayuda a reproducir imaginariamente la corporalidad involucrada en cada uno de los trazos. Vale comentar que el artista tardó dos días en su producción por temas de logística, y el resultado pueden apreciarlo: un retrato del tamaño de Víctor, del tamaño de su corazón y de su canto

Gabriel Tampe Leiva 47 años, ingeniero logístico. “Mi señora ha vivido toda su vida acá. Nacida y criada acá. De los hermanos de mi señora, tres de ellos quedaron viviendo acá. Así que tenemos una red de apoyo familiar que es importante. Yo vengo de Ñuñoa, una comuna más residencial. Llegar acá fue un cambio fuerte, porque se vive mucho más la vida del barrio, más vecinal, cosas que no veía en Ñuñoa; con suerte conocía al vecino de al lado y viví 33 años en esa comuna. Y empecé a encantarme con esto, con la cercanía de la gente, con todo lo que involucra la vida de barrio. El compartir con el vecino, saber más, ayudarse, la seguridad, un montón de cosas. Al día de hoy a mis amigos de afuera les gusta venir acá, porque está ese encanto de la vida de barrio, el negocio que te fía. No es solamente una relación de cliente, es una cuestión más familiar. Hay una cercanía. Tenemos harta relación con Carlitos, el presidente de la junta, y con Felipe. Viven cerca de acá y los vemos todos los días. Siempre estoy consultando porque con la Junta de Vecinos nos dedicamos a practicar deporte y ahí comentamos lo que está pasando en la población. Con base en eso me enteré. Después se hizo algo más formal. Yo lo encontré espectacular. Hay murales muy buenos. Siempre me pareció una buena idea. Antes de que pintaran el edificio de nosotros, insistíamos: ‘oye, ¿cuándo nos toca a nosotros?’. Claro, había que juntar firmas para apoyar el proyecto, pero en nuestro edificio somos súper relajados y estábamos de acuerdo desde antes. A mí me tocó que en uno de los frontis pintaran a Víctor Jara, entonces bacán. Familia comunista. Hay un peso social y cultural, así que encantado por ese lado. Y por el otro lado del edificio a una pareja bajo un farol. El de Víctor Jara, no solo porque sea el nuestro, pero distingue. Tiene otro enfoque. No es solo un retrato, sino que son sombras y se ve como una proyección de Víctor que está como caído, rezando, o fallecido. Se ve una imagen como de descanso, toda la historia que viene con él se puede observar ahí. Me llena de orgullo vivir con ese mural en mi casa. Incluso se ve menos, porque no está dentro de la vista peatonal, pero sí la gente lo identifica. Hay unos chiquillos que se reúnen ahí y hacen sus celebraciones y todo. Ya es llamado como ‘el quincho de Víctor’”